Francisco Cabrera
Roberto Franco
Soledad Rodríguez
Soledad Rodríguez
Laboratorio de Investigación e
Innovación Educativa (LINE) del CREFAL
En México, solo dos
de cada diez ingenieros son mujeres (INEGI, 2017). De hecho, en una muestra de
estudiantes en educación media superior que recientemente recabó el Instituto
de Educación de Aguascalientes, solo 9% de las mujeres consideran como primera
opción de estudio una ingeniería y 76% de ellas no consideran carreras de este
tipo entre ninguna de sus alternativas. En contraste, 41% de los hombres la consideran
como primera opción de estudio.
Este no es un fenómeno
que se da exclusivamente en nuestro país, ni es exclusivo de las ingenierías. En
todo el mundo, el número de mujeres que cursan estudios superiores relacionados
con ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM por sus siglas en
inglés) es marcadamente menor al de sus contrapartes masculinas (Corbett et al.,
2015).
Identificar las
razones detrás de esta disparidad implica una discusión muy amplia, pero al
menos, se puede empezar por mencionar que esto es desfavorable desde más de un punto
de vista: el de la brecha existente entre los ingresos de hombres y mujeres; el
de la falta de recursos humanos competentes para las industria; el de igualdad
de oportunidades y equidad en la educación, entre otros (OECD, 2005;
Corbett et al., 2010; Corbett et al., 2015).
Tener a menos mujeres en áreas STEM nos debiera importar
a todos porque se invisibiliza la acción de éstas en cotos tradicionalmente masculinos,
como el de los ingenieros (OECD 2005). Además, la industria nacional y la ciencia se
pueden ver limitadas por la falta de perfiles adecuados para potenciar su
desarrollo. De hecho, al revisar las estadísticas en el Sistema Nacional de
Investigadores (SNI), se puede verificar que sólo 1 de cada 3 académicos en México es mujer.
Más aun, en las carreras en ciencia, tecnología, ingeniería
y matemáticas, los sueldos son en promedio más altos que en otras disciplinas,
por lo que la restricción en el acceso para las mujeres, contribuye a la
desigualdad entre los ingresos promedio de ambos sexos. Al respecto, en términos de
salarios promedio, diversos estudios observan diferencias significativas –de
hasta el 44%- entre hombres y mujeres en prácticamente cada país del mundo (ILO
2017: 30). En el caso de México, las mujeres ganan entre un 7% y un 40% menos
que los hombres y esta brecha no parece haber mejorado en la última década. (Orraca,
et. al., 2016).
Aunado a lo anterior, en áreas comúnmente dominadas por
hombres, ser una minoría con poco acceso a puestos de decisión, implica que las
mujeres podrían tener una menor capacidad de negociación frente a sus pares
masculinos y aun en puestos con los mismos niveles de responsabilidad, esto resultaría
en tener menores ingresos. Por lo que, aun cuando algunas mujeres acceden a
carreras STEM, existen relaciones sociales de poder y actos discriminatorios en
el mercado laboral y al interior de estas disciplinas que mantienen las brechas
salariales (Orraca, et. al., 2016).
¿Pero por qué las mujeres no optan por estudiar carreras
STEM? Diversas investigaciones han estudiado largamente este tema y coinciden
en algunas razones.
Para empezar, ciertas carreras STEM (algunas en menor
grado, sobre todo en las ciencias naturales) han sido asumidas socialmente como
propias del ámbito masculino, derivando en un menor espacio de participación de
las mujeres en éstas. Además, esta tendencia a lo largo del tiempo, ha causado
que no existan suficientes modelos a seguir que motiven a las mujeres a
integrarse a estas disciplinas. También, se ha identificado que las mujeres prefieren
carreras con una contribución social explícita (Corbett et al., 2015). Esto es,
esperan que su trabajo tenga un impacto positivo y visible en su entorno. Aunque
el desarrollo de tecnologías, la ciencia y las ingenierías tienen posibilidades
reales de impactar positivamente en el entorno, lo anterior no siempre se
entiende de manera explícita.
Adicionalmente, debido a factores culturales y de poder, las habilidades
que padres de familia y maestros impulsan para las mujeres durante su vida
académica, suelen no ser afines a estas áreas de conocimiento. Es decir, a lo
largo de la vida escolar, las mujeres son impulsadas a desarrollar mayor
afinidad y habilidades orientadas a la lectura y el uso del lenguaje, mientras
que los hombres se orientan al desarrollo de habilidades mayormente enfocadas a
las actividades y materias relacionadas con los números. Esto repercute
finalmente en las habilidades que poseen al momento de elegir una carrera (Corbett
et al. 2015; Schady et. al. 2017).
Otro factor clave a la hora de definir el estudio de una
carrera profesional, es el contexto familiar. La visión que tienen los miembros
de la familia sobre ciertas disciplinas suele ser determinante para promover o
limitar los prospectos de las mujeres para estudiar una carrera STEM (Oliveros
et al. 2016). Por ejemplo, muchos padres de familia reprueban el hecho de que
en los centros educativos y en el mercado de trabajo, las mujeres se
desarrollen en un ambiente donde prevalecen los hombres. Otras visiones culturales
también pueden determinar este hecho, por ejemplo, los roles dentro de la
familia en los que se concibe a las mujeres como las “administradoras” del
hogar, puede limitarlas a enfocarse en disciplinas relacionadas con estos fines
(Scantlebury y Baker, 2007).
De esta manera, para ofrecer las mismas oportunidades de desarrollo
a hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida, es importante entender de
entrada los factores que ocasionan una distribución inequitativa de género en
diferentes disciplinas. Encontrar la manera de reducir esta brecha en carreras
STEM, puede ser una alternativa para promover la igualdad en otros ámbitos
sociales, como el laboral y económico. Por lo que, programas orientados al
desarrollo de habilidades matemáticas o en las ciencias desde los primeros años
de vida de las niñas; campañas de información para padres de familia; acciones
afirmativas que busquen la igualdad de género en ciertas disciplinas y políticas
contra la discriminación salarial, son algunos de los elementos necesarios para lograr
dicho objetivo.