Mar 8, 2018

¿Por qué las mujeres no estudian ingeniería?


Francisco Cabrera
Roberto Franco
Soledad Rodríguez

Laboratorio de Investigación e 
Innovación Educativa (LINE) del CREFAL

En México, solo dos de cada diez ingenieros son mujeres (INEGI, 2017). De hecho, en una muestra de estudiantes en educación media superior que recientemente recabó el Instituto de Educación de Aguascalientes, solo 9% de las mujeres consideran como primera opción de estudio una ingeniería y 76% de ellas no consideran carreras de este tipo entre ninguna de sus alternativas. En contraste, 41% de los hombres la consideran como primera opción de estudio.

Este no es un fenómeno que se da exclusivamente en nuestro país, ni es exclusivo de las ingenierías. En todo el mundo, el número de mujeres que cursan estudios superiores relacionados con ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM por sus siglas en inglés) es marcadamente menor al de sus contrapartes masculinas (Corbett et al., 2015).

Identificar las razones detrás de esta disparidad implica una discusión muy amplia, pero al menos, se puede empezar por mencionar que esto es desfavorable desde más de un punto de vista: el de la brecha existente entre los ingresos de hombres y mujeres; el de la falta de recursos humanos competentes para las industria; el de igualdad de oportunidades y equidad en la educación, entre otros (OECD, 2005; Corbett et al., 2010; Corbett et al., 2015).

Tener a menos mujeres en áreas STEM nos debiera importar a todos porque se invisibiliza la acción de éstas en cotos tradicionalmente masculinos, como el de los ingenieros (OECD 2005).  Además, la industria nacional y la ciencia se pueden ver limitadas por la falta de perfiles adecuados para potenciar su desarrollo. De hecho, al revisar las estadísticas en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), se puede verificar que sólo 1 de cada 3 académicos en México es mujer.

Más aun, en las carreras en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, los sueldos son en promedio más altos que en otras disciplinas, por lo que la restricción en el acceso para las mujeres, contribuye a la desigualdad entre los ingresos promedio de ambos sexos. Al respecto, en términos de salarios promedio, diversos estudios observan diferencias significativas –de hasta el 44%- entre hombres y mujeres en prácticamente cada país del mundo (ILO 2017: 30). En el caso de México, las mujeres ganan entre un 7% y un 40% menos que los hombres y esta brecha no parece haber mejorado en la última década. (Orraca, et. al., 2016).  

Aunado a lo anterior, en áreas comúnmente dominadas por hombres, ser una minoría con poco acceso a puestos de decisión, implica que las mujeres podrían tener una menor capacidad de negociación frente a sus pares masculinos y aun en puestos con los mismos niveles de responsabilidad, esto resultaría en tener menores ingresos. Por lo que, aun cuando algunas mujeres acceden a carreras STEM, existen relaciones sociales de poder y actos discriminatorios en el mercado laboral y al interior de estas disciplinas que mantienen las brechas salariales (Orraca, et. al., 2016).  

¿Pero por qué las mujeres no optan por estudiar carreras STEM? Diversas investigaciones han estudiado largamente este tema y coinciden en algunas razones.

Para empezar, ciertas carreras STEM (algunas en menor grado, sobre todo en las ciencias naturales) han sido asumidas socialmente como propias del ámbito masculino, derivando en un menor espacio de participación de las mujeres en éstas. Además, esta tendencia a lo largo del tiempo, ha causado que no existan suficientes modelos a seguir que motiven a las mujeres a integrarse a estas disciplinas. También, se ha identificado que las mujeres prefieren carreras con una contribución social explícita (Corbett et al., 2015). Esto es, esperan que su trabajo tenga un impacto positivo y visible en su entorno. Aunque el desarrollo de tecnologías, la ciencia y las ingenierías tienen posibilidades reales de impactar positivamente en el entorno, lo anterior no siempre se entiende de manera explícita.

Adicionalmente, debido a factores culturales y de poder, las habilidades que padres de familia y maestros impulsan para las mujeres durante su vida académica, suelen no ser afines a estas áreas de conocimiento. Es decir, a lo largo de la vida escolar, las mujeres son impulsadas a desarrollar mayor afinidad y habilidades orientadas a la lectura y el uso del lenguaje, mientras que los hombres se orientan al desarrollo de habilidades mayormente enfocadas a las actividades y materias relacionadas con los números. Esto repercute finalmente en las habilidades que poseen al momento de elegir una carrera (Corbett et al. 2015; Schady et. al. 2017).

Otro factor clave a la hora de definir el estudio de una carrera profesional, es el contexto familiar. La visión que tienen los miembros de la familia sobre ciertas disciplinas suele ser determinante para promover o limitar los prospectos de las mujeres para estudiar una carrera STEM (Oliveros et al. 2016). Por ejemplo, muchos padres de familia reprueban el hecho de que en los centros educativos y en el mercado de trabajo, las mujeres se desarrollen en un ambiente donde prevalecen los hombres. Otras visiones culturales también pueden determinar este hecho, por ejemplo, los roles dentro de la familia en los que se concibe a las mujeres como las “administradoras” del hogar, puede limitarlas a enfocarse en disciplinas relacionadas con estos fines (Scantlebury y Baker, 2007).

De esta manera, para ofrecer las mismas oportunidades de desarrollo a hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida, es importante entender de entrada los factores que ocasionan una distribución inequitativa de género en diferentes disciplinas. Encontrar la manera de reducir esta brecha en carreras STEM, puede ser una alternativa para promover la igualdad en otros ámbitos sociales, como el laboral y económico. Por lo que, programas orientados al desarrollo de habilidades matemáticas o en las ciencias desde los primeros años de vida de las niñas; campañas de información para padres de familia; acciones afirmativas que busquen la igualdad de género en ciertas disciplinas y políticas contra la discriminación salarial, son algunos de los elementos necesarios para lograr dicho objetivo.